Carlos Páez Vilaró (Montevideo, 1 de noviembre de 1923 – Punta Ballena, 24 de febrero de 2014) fue un pintor, ceramista, escultor, muralista, director,1 escritor, compositor y constructor uruguayo.
Hijo de Miguel A. Páez Formoso, un eminente abogado americanista, y Rosa Vilaró Braga. Tuvo dos hermanos Miguel y Jorge. En 1955 se casó con Madelón Rodríguez Gómez de quien se divorció en 1961. Con ella tuvo tres hijos: Carlos Miguel (“Carlitos), Mercedes (“Beba”) y Magdalena (“Agó“). En 1989 se casó con Annette Heussen, con quien también tuvo tres hijos: Sebastián, Florencio y Alejandro.
Recibió, junto con sus hermanos una formación humanista con alta riqueza cultural.
Hijo de Miguel A. Páez Formoso, un eminente abogado americanista, y Rosa Vilaró Braga. Tuvo dos hermanos Miguel y Jorge. En 1955 se casó con Madelón Rodríguez Gómez de quien se divorció en 1961. Con ella tuvo tres hijos: Carlos Miguel (“Carlitos), Mercedes (“Beba”) y Magdalena (“Agó“). En 1989 se casó con Annette Heussen, con quien también tuvo tres hijos: Sebastián, Florencio y Alejandro.
Recibió, junto con sus hermanos una formación humanista con alta riqueza cultural.
En 1941, con 18 años, viajó a Buenos Aires para trabajar en una fábrica de fósforos y luego en el sector de las artes gráficas como aprendiz de cajista de imprenta.4 A los 20 años regresó a Montevideo donde, impactado por las comparsas de los barrios Sur y Palermo, y por el conventillo Mediomundo donde se estableció, se vinculó a la comunidad afrouruguaya y comenzó a colaborar y participar del desfile de llamadas, interiorizándose en el folclore afrodescendiente. Compuso candombes para las comparsas lubolas, dirigió coros y pintó estandartes, banderas y tambores. A partir de este acercamiento incorporó la temática a sus obras pictóricas mostrando distintos aspectos de la cultura y de la vida cotidiana del afrouruguayo: llamadas, bailes, religiosidad, casamientos, nacimientos, velorios, etc.
Luego inició un largo viaje que comenzó por Brasil, y continuó por otros países donde lo afro tenía una fuerte presencia, como Senegal, Liberia, Congo, Haití, Camerún y Nigeria, profundizando su investigación y compromiso con la cultura afrodescendiente. Colaboró con Albert Schweitzer en el leprosario de Lambaréné, Gabón, una experiencia inolvidable para el artista. Luego residió en Nueva York, Buenos Aires y San Pablo. Conoció a grandes artistas como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Giorgio De Chirico y Alexander Calder en sus propios talleres.
Gracias al contacto con escritores, músicos e investigadores como Ildefonso Pereda Valdés, Paulo de Carvalho Neto, Jorge Amado y Vinicius de Moraes se volcó también a la escritura y publicó libros como La casa del negro, Bahía, Mediomundo y Candango.
Formó parte del Grupo 8, agrupación de artistas plásticos uruguayos surgida en 1958, integrada por Óscar García Reino, Miguel Ángel Pareja, Raúl Pavlotzky, Lincoln Presno, Américo Sposito, Alfredo Testoni y Julio Verdié, quienes sumaron fuerzas para incentivar el arte del momento en sus vertientes más experimentales.56 En 1960 expusieron junto a artistas como Willem de Kooning, Roger Hilton y Lucio Fontana en la gran exposición internacional del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, invitados por su creador y director, el crítico y poeta Rafael Squirru.7
En su obra temprana se aprecia la influencia de Pedro Figari en los candombes, los conventillos y las comparsas. Utilizó diferentes técnicas como óleo y acrílico sobre lienzo o madera, collage, cerámica, escultura, mosaico y pintura mural. En su obra otorgó a cada color de un significado particular, siendo el gris azulado el prestigio, el violeta la aristocracia, el ocre la pobreza, el rojo la estridencia, el azul la nostalgia y el amarillo el alarido. Evitaba las líneas y los ángulos rectos, procurando integrar su obra a la naturaleza.15
En 1958 empezó a construir Casapueblo. A partir de 1997 se instaló definitivamente en Punta Ballena a 13 km de Punta del Este, en la que continuó trabajando incansablemente, inspirándose en el trabajo del hornero y las hormigas, sin usar plomada ni líneas rectas en la construcción. Con el tiempo además de su hogar y taller, el lugar se convirtió también en museo y hotel, siendo uno de los atractivos turísticos del departamento de Maldonado en Uruguay, con más de 5.000 metros construidos. Según el propio Páez Vilaró: “La construí como si se tratara de una escultura habitable, sin planos, sobre todo a instancias de mi entusiasmo. Cuando la municipalidad me pidió hace poco los planos que no tenía, un arquitecto amigo tuvo que pasarse un mes estudiando la forma de descifrarla.”16